Se escuchaba el mortecino silencio que dejaba tiempo a tras como huella el único destino escrito para todo ser: La muerte. En aquella habitacion destartalada cubierta de moho y polvo solo queda el cuepo ahora inerte de alguien que quedó solo en vida. Su tumba antes conocida como su casa estaba derruida, cubierta de una espesa y retorcida hiedra que crecia sobre sus muros y violava toda intimidad escudriñando cada grieta y recoveco recuerdo aún existente del paso del tiempo. El pueblo había sido abandonado años atras, por sus calles ya solo paseaban sanguinarias alimañas nocturnas en busca de sustento o de cobijo en dias de tormenta. El cuerpo yacente sobre la ahora carcomida cama de madera clabava su eterna mirada hacia el techo. Su rostro era sereno, no daba muestras de miedo, inquietud, dolor, tristeza, alegria... solo paz. Murio en soledad y de él no quedó nada. La muerte es la desaparición total de una vida que no acaba como todos pensamos o creemos que acaba. La vida sigue en cada recuerdo dormido o palpitante el las mentes de todas aquellas personas con las que te cruzas durante toda tu existencia, en cada una de las obras realizadas por uno mismo antes de ese instante en el que comienza el suño eterno que todos tenemos como fin. Porque, cada uno de nuestras vivencias y actos les abren el camino a otras personas atraves de su vida en la que, a su vez, crearan vivencias y recuerdos para otros. Todos conocemos lo que comunmente denominamos muerte y aunque nadie sabe cuando le va a llegar a cada uno ni las circunstancias en las que va ha presentarse, algo es seguro, se trata de una cadena sin fin que deja huella en todas y cada una de las personas y, que de algún modo inexplicable nunca se sabe cuando va allegar el fin de dicho estado. Nunca vas a saber cuando te van a olvidar por completo y dejaras de ser un recuerdo, una voz en la cabeza de alguien o simplemente una sombra del paso cuyo origen se desconoce, la verdadera muerte a la que hay que temer no es nada mas que algo tan natural y humano cmo el olvido.