Supongo que al ver lo que hay dentro del sobre sabrás quién soy. No es la primera carta que te remito, ni lo primero que te escribo. Ya has recibido cartas y escritos míos…de cuando aún estábamos juntas.
Y a lo largo de todo este tiempo he escrito cosas dirigiéndome a ti…supongo que una parte de mi aún te necesita
¿El motivo de hacerlo ahora? No sé…tal vez sea como esas horribles personas que hacen las cosas cuando todo les va mal. Pero no es eso, sé que no lo es. Con esto no digo que no sea una persona horrible y despreciable. En más de un sentido sí que lo soy.
Durante todo este tiempo han pasado cosas…muchas cosas. Han sido tres años…incluso más el tiempo que ha pasado desde la última vez que te vi. Desde la última vez que hablamos o pasamos tiempo juntas.
Tal vez es que hoy ha sido particularmente un día muy malo. Tal vez es que últimamente están pasando cosas que no pensé nunca que pasarían.
Hoy es una de mis noches de insomnio, esas noches que desde hace unos meses se han erigido como costumbre en mi vida diaria.
Puede que escribir esto y luego dártelo sea una de las peores cosas que pueda hacer…porque no sé cómo seguirá la historia. Ni las consecuencias…de todo esto. Es como tirarse por un acantilado en el que no ves si hay rocas o mar al final de la caída.
O puede que sea una de las mejores incluso…quién sabe.
No sé cómo seguir, hay tantas cosas que quiero decirte que me acabo de quedar en blanco en un punto muerto de esta cosa que trato de escribirte.
¿Sabes? Siempre he sido una cobarde. Me conoces tú mejor que nadie…de hecho, ahora que lo pienso sí, me conoces mejor que nadie. Sabes que siempre he sido una cobarde, que nunca he sabido pedir perdón a tiempo, que me he negado siempre a admitir mis errores. Durante nuestros años de instituto…fui un ser horrible, egoísta y depresivo que sólo sabía pensar en una cosa…en sí misma. No había nada más en mi mundo, nada más aparte de mi y de lo que me pasaba. Y sé que no era justo, no era justa contigo, nunca te di las gracias por todo aquello.
Por las largas llamadas telefónicas, por las largas tardes viendo fotos y vídeos de nuestros actores favoritos, nunca te di las gracias por las horas perdidas divagando sobre amores imposibles. Aguantaste lo peor de mi, aguantaste lo que no he dejado que nadie más aguante. Estuviste conmigo en mis peores momentos, incluso cuando te llamaba simplemente para llorarte. ¿Quieres que te diga una cosa? Antes de conocerte aquel año …no tenía a nadie. No había nadie capaz de hablar conmigo como lo hiciste tú. Jamás olvidaré el día que nos conocimos.
Me diste una vida, me resucitaste, hiciste que pensara que valía la pena luchar y seguir viviendo. Me viste cuando era invisible ante el resto del mundo, cuando todo lo demás carecía de importancia.
Me he enfrentado a miles de demonios gracias a ti, he vencido la timidez y he dejado que lo que soy salga a la superficie.
Y lo estropeé todo. Además de cobarde, siempre fui una ciega que no supo ver lo que tenía delante, era como una niña pequeña que no sabía distinguir entre lo que estaba bien y lo que estaba mal. Por eso te perdí, porque no supe ver que estaba dejando de lado a la persona más importante en mi vida en aquel momento. Estuve cegada por la novedad y el nuevo mundo que se abría ante mí.
Tardé tiempo en darme cuenta que ese mundo era equivocado. Que nada bueno habría para mi en él…tuve que vivirlo en mi propia carne para darme cuenta que nada de lo que se aparecía ante mis ojos era real. Y sin embargo yo pensé que no te importaba. ¿Error? Tal vez…eso nunca lo sabré.
Creo que esas fotos son lo único que me queda tuyo...nunca encontré el momento adecuado para hacer lo que estoy haciendo esta noche y tal vez ni siquiera ahora sea el momento adecuado. Pero ya no voy a esperar más.
Fíjate si soy cobarde, que escribo eso sólo para quedarme tranquila. Simplemente para hallar un poco de paz en mi atormentada vida. En una vida que, incluso ahora tiene sombras de tí.
No sé qué pasará después, ni si te molestarás en leerla. No sé si después de esto podrás mirarme a la cara cuando me veas por la calle, si dejarás de esconderte detrás de las esquinas para evitar cruzarte conmigo.
No lo sé a ciencia cierta. Pero te conozco y sé que habrán cosas que ya, por más que quiera, no podrán cambiar.