RME 1.2.1 ¿Por qué saltar?

¿Por qué saltar?

Pensaba que yo había sido el experimento fallido, el que había demostrado la inutilidad del salto mental.

Con el paso de los siglos nos habíamos quedado sin ganas de luchar. Nos habíamos desarrollado en uno u otro sentido, estábamos más cerca de descubrir la terrible arma que nos había dejado desamparados en esta tierra de humanos ciegos por sus pasiones más primitivas, incapaces de cumplirlas desarrollando ésas secundarias que lo que llaman cultura les había impuesto, en principio, de manera inteligente, con el objetivo de evitar el sufrimiento inútil.

Al ver cómo los humanos no entendían siquiera su propia cultura, que habíamos labrado minuciosamente para darles una salida pacífica y más fructuosa a su comportamiento natural, habíamos dejado de actuar, de buscar una salida que diera algo de luz sobre ellos y nosotros.

Los recuerdos nos atormentaban, los miles de fallos en los que no habíamos conseguido una vida más hedonista para los humanos por igual, con el fin de que administraran sus recursos y su tecnología para su salvación y la nuestra.

Por eso creé el salto. Creí que borrando de nuestra consciencia los recuerdos dolorosos que nos hacían enterrar nuestra esperanza, pero conservando los conocimientos humanos que habíamos logrado en lo más profundo del instinto, podríamos seguir investigando cómo manipularlos a su favor con tanto espíritu como al principio.

Contrariando los conocimientos psicológicos de nuestras propias razas, que se suponían perfectos, alejar el dolor pasado no provocaba en nosotros más que un extra de pasividad y melancolía inexplicable. Parecía que hacía falta un dolor presente para poder sustituir el pasado sin perder lo que nos movía a creer en un futuro.

Cuando recobré la consciencia, tras aquella tarde de sexo con la alumbradora del Rincón, pensé que todos habrían dado por hecho que era una rama de la investigación que había que tachar, que nadie aceptaría que le inculcaran un dolor presente inventado, que le hiciera moverse, en principio, hacia lo que quería moverse. Todos verían el peligro de dejarse hipnotizar de aquella forma.

Al contrario. Los aerícolas, siguiendo a Iván como si fuera su profeta, habían saltado a una realidad en la que algunos colores eran Buenos y otros Malos, donde un acto se definía en una u otra facción independientemente de las circunstancias. Donde nada seguía pareciendo lo que era.

Pronto se creó una jerarquía en la que los más estimados eran los menos, y los menos estimados los más necesarios.

Por esto había surgido el Rincón, comprendí enseguida. Para inculcar una filosofía del absurdo a los que, llamados como un animal sediento al oír correr el agua, llegaban sin saber qué eran y salían sabiendo qué no eran.

Pronto las dos facciones empezaron a recelar la una de la otra, pese a que ambas hacían lo que hacían con el consentimiento de sus sujetos, más o menos demostrable.

Los aquóferos, siempre mucho más reflexivos debido a su característica fisiología, que les obligaba a estar la mayoría del tiempo parados o caminando lentamente para poder canalizar la escasa energía que les dotaba el planeta en momentos críticos que podían llegar a cualquier hora, se habían decantado rápidamente por la pasividad de los que prefieren analizar sus tantísimos recuerdos dolorosos.

Los aerícolas, con el estrés vital que arrastraban con sus muchos pero cortos pasos y sus inútiles pero irreprimibles aleteos que soltaban al andar con lo que habían sido su medio de transporte antes de empequeñecer tanto, se habían decidido por actuar, de una u otra forma. Con tal de no repetir los errores pasados, daba igual cómo, había que experimentar sin conocimiento de causa, ya que renegaban de poder alcanzarlo.

Y ahora, en apenas unas horas, la guerra se había resuelto. Los primeros habían sido forzados a saltar, y los que no habían sido aniquilados. Quedaban otras razas minoritarias, eso era lo único en lo que confiaba, pero si no habían llevado ningún mensaje a mi viejo centro de operaciones es que o no lo sabían, y no había forma de comunicárselo, o preferían esperar a saber quién vencía.

Aparte, estaba solo con un pirómano que vivía una crisis nerviosa después de otra, una maravilla de la genética que había decidido saltar por su cuenta y no hacer caso a unos ni a otros, y estos muchachos de nombres extraños que alguien había colocado cuidadosamente en ese vagón.

Sin darme cuenta me había bebido una botella de whisky mientras reflexionaba sobre esto. Lo peor era que yo nunca había guardado una botella de alcohol aquí. Como sintiendo un déjà vu, recordé haberme dado cuenta de que alguien había usado la cinta negra sobre mí, justo antes de entrar aquí. Los muchachos no se veían a mi alrededor, y un nudo se apretaba en mi garganta mientras perdía mi consciencia, quién sabía hasta cuando.

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Y hasta aquí el primer fragmento de ¿Por qué saltar?

Sí, me ha influido ligeramente lo de Bin Laden.

Que lo disfrute quien se atrevió con La cinta negra.

Intrigante, curioso y revelador.
Más de una verdad hay suelta por ahí:
"[...] alejar el dolor pasado no provocaba en nosotros más que un extra de pasividad y melancolía inexplicable. Parecía que hacía falta un dolor presente para poder sustituir el pasado sin perder lo que nos movía a creer en un futuro."

Yo pensaba que ibas a atreverte con mi parrafazo anterior a éste... =P

Debería seguirlo, pero no sé cómo... porque la realidad que me inspiraba el relato ha sido barrida. Pero ya veré.

También leí el de la cinta negra, pero me llamó más la atención éste. (Véase que voy a releer ambos, hay cosas que no atino a enlazar) No sé porqué.
Tal vez porque yo también me he hecho esa pregunta en determinados momentos de mi vida. Es algo...extraño.
Soy muy nazi con las cosas que leo (No lo digo yo, lo dice la gente que me conoce. He adoptado esa manera de definirlo porque al fina ha acabado gustándome la connotación con la que se refiere a mí misma xDDDDD) Suelo elegirlas por lo que despiertan en mi interior.
Y esto ha despertado muchas cosas, sí señor.

Me alegra bastante que me digas eso. Pensaba que este iba a resultar menos llamativo.

Qué despierta? o.o

"Con el paso de los siglos nos habíamos quedado sin ganas de luchar"
Esto lo he vivido yo muchas...infinitas veces en mi vida.

"Por eso creé el salto."
El tema del salto...es complicado de aplicar, pero no imposible. De hecho, yo lo he aplicado. Con buenos resultados xDDD
"Creí que borrando de nuestra consciencia los recuerdos dolorosos que nos hacían enterrar nuestra esperanza, pero conservando los conocimientos humanos que habíamos logrado en lo más profundo del instinto, podríamos seguir investigando cómo manipularlos a su favor con tanto espíritu como al principio."

Todo eso, son cosas que yo he aplicado a mi vida práctica. Me traen recuerdos, no muy agradables de un pasado un tanto escabroso.
Por eso me ha llamado la atención.

Olvidar siempre parece lo más fácil, pero es imposible borrar por completo la experiencia. Nos quedamos marcados, nos maquillemos o no.

Es mejor no maquillar ni tergiversar nuestra propia historia. Llega un momento en el que no podemos escapar a ella y vivimos atados a nuestra propia mentira. Como le pasó a Marilyn Monroe

La base del conocimiento es la experiencia. Si nos inventamos el pasado, pues menos posibilidades de modificar el futuro. Como si nuestra mente no tuviese ya bastante limitaciones...

¿La mente? ¿Limitaciones?
Para nada. Es más, no hay nada más ilimitado que la mente.
¿Inventar el pasado dificulta modificar el futuro? Para nada. Creo firmemente que, podemos inventar todas las vidas posibles, podemos contar cientos de pasados diferentes como si fueran nuestros, y serán nuestros en nuestra memoria. Porque así lo quisimos. Es una manera de enriquecerse, a mi forma de ver.
El futuro no lo podemos predecir, por eso mismo no lo podemos modificar. Sólo podemos anticiparnos a un futuro próximo de minutos y a veces ni eso. Lo único que nos da un poco de libertad "para modificarlo" o como me gusta llamarlo a mí, "cambiar el resultado" es la experiencia.
Cambiar el resultado, sí. Porque al fin y al cabo la vida no es más que un mismo problema matemático con diferentes incógnitas que se va repitiendo una y otra vez.

A eso me refería. Te puedes sentir sin límites. La pregunta es qué demuestras. Tenemos limitaciones a la hora de conseguir resultados, nuestra mente no es capaz de comprender la realidad ni siquiera decentemente, y por eso tenemos que agarrarnos a la experiencia como si nuestra vida dependiera de ello, sin olvidar que quedar marcado por una experiencia en concreto es, básicamente, olvidar el resto.

Lo que más limita a nuestra mente, a nosotros mismos...son los prejuicios

Hay prejuicios muy difíciles de evitar. Nuestra educación nos delata.

Lo único que podemos hacer cuando nos damos cuenta es, reeducarnos a nosotros mismos

Pero se puede educar uno realmente contra sus prejuicios? Los prejuicios son normas que, sino se cumplen de forma universal, se pueden apreciar con relativa facilidad... sin embargo, leyes más exactas son muchas veces difícilmente observables y sólo atisbables mediante el uso de la razón...

Y cómo llega uno a tan intrincadas leyes, que es más difícil aún poder ver su aplicación y muchas veces sólo se usan para explicar excepciones?

Yo creo que sí, que es posible reeducarnos y de esa manera eliminar lo que nos impide seguir adelante.

Y aparecerá otro fallo de nuestra consciencia. Pero será otro fallo que encontraremos, o formará parte del mismo que conseguimos modificar? Creo que el verdadero error está mucho más adentro, y no se puede modificar.