Estaba segura de que esa iba a ser la última vez. La última vez que me lamentaba, que me arrepentía, que lloraba y me desesperaba. Estaba segura de que esa iba a ser la última vez que me iba a dejar morir.
¿Por qué? No lo sabía, pero estaba segura de ello.
No soy una persona fácil, creo que nadie lo es. No soy una persona simple, si alguien lo fuera el mundo sería mucho más fácil. Eso lo comprendo.
Pero una parte de mí está cansada de repetirse una y otra vez "Está bien" Porque sé que nada lo está. Que me engaño una y otra vez a mí misma, que trato de fingir que no importa, que me desvivo añadiendo capas y más capas de pintura a las mentiras y a los reproches que constantemente forman parte de mi rutina.
Que trato de mirarme a los ojos y de borrar lo que pasó. Lo que dije, lo que hice. Que trato de esconderme en la oscuridad, una y otra vez.
He pasado los últimos meses de mi vida tratando de encontrar un sitio al que aferrarme, tratando de evitar que los engaños me devoraran inevitablemente, trataba de vivir una nueva mentira inútilmente. Una mentira más grande, más oscura, más espesa y fangosa. Una mentira que si no come falsedad se me come a mí. Que si no devora miedo, me devora a mi.
He vivido eternamente subyugada a un terror, a un miedo tan grande que parecía vivo dentro de mí, que se alimentaba de mi, que existía a mi costa. He estado tan aterrada que incluso ciega me he quedado. No recuerdo exactamente qué es lo que me mantiene viva, qué es lo que me mantiene aquí, qué es lo que me permite existir de esta manera.
Tener esta habilidad para atraer las cosas, las cosas, las personas, los trágicos finales. Aún no sé por qué mi vida está tan marcada, tan pautada, aún no sé porqué mi vida está tan débil y firmemente guiada a través de una niebla espesa. No sé porqué es así. No sé porqué aún no soy capaz de controlarla.