Mis ojos partieron del minúsculo lago escarlata, caminaron a la orilla del río, una delgada línea carmesí, respetando sus caprichosos giros y titubeos, y treparon por la cascada que manaba dulce e incansablemente de mi muñeca. Había pensado mucho en aquel momento, pero, cuando te encuentras al borde de la muerte, todo lo demás carece de interés. ¿A qué dedicar mi último aliento? ¿A quién recordar antes de sumirme definitivamente en el olvido? Sólo podía pensar en el causante de todo aquello. El recuerdo de la carta con la que me había abandonado era un puñal en mi corazón; me había robado la vida mucho antes que la cuchilla que descansaba en mi mano. ¿Merece la pena una vida cargada de sufrimiento? ¿Merece la pena una vida sin él? Tal vez sí, pero yo no quería saberlo. Cada vez me costaba más mantenerme despierta. Entonces se escuchó la voz robótica del contestador. "Por favor, deje su mensaje después de la señal". Un débil pitido. Una respiración irregular. Una voz inconfundible: "Anne...". Era él. "He estado pensando mucho en ti...". Me incorporé. "Lo siento mucho, Anne. No sentía todo lo que escribí en aquella carta". Comencé a arrastrarme hacia el contestador para descolgar el teléfono. "Anne, te quiero... no puedo vivir sin ti". Unos centímetros más y habría alcanzado el teléfono. Rompí a llorar; me sentía desfallecer. "Espero que puedas perdonarme".
-¡Te perdono! - grité con las pocas fuerzas que me quedaban.
Pero él no lo oyó. Nadie lo oyó. Sentí la llamada de la muerte retumbar como una campana en mi alma.
-No... por... favor... aún no -supliqué con un hilo de voz. Cerré los ojos y todo se hizo oscuridad.
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Continuación apócrifa y emo del relato de onlymutated. Espero que no le moleste... Que conste que no entiendo por qué últimamente me salen cosas tan alegres y optimistas. En fin...