Biblioteca General

Un gran edificio de al menos veinte pisos por ahora se alzaba al oeste de la ciudad, aún en obras. Rodeado completamente de andamios, a rebosar de obreros y de mensajeros que entraban y salían, bien con carretillas de cemento o de libros que ingresar.

Gamma entró como pudo, evitando chocar con la algarabía constante que dominaba la entrada. Una vez dejó atrás las escaleras y ascensores, en un ambiente mucho más tranquilo, se dispuso a hablar con el más anciano de los hombres que paseaban de un lado a otro, colocando algún libro o revisando el orden en el que se encontraban éstos.

-Perdone, ¿ha oído usted hablar de la "sombra de dragón"?

-Pues la verdad es que he oído hablar de esta tal sombra, pero la informacion contrastada que te puedo dar sobre ella es bastante escasa. He oído que es una especie de monstruo que habita en el bosque de Aridias, pero las descripciones sobre él varían enormemente.-dijo el anciano.

Gamma lo miraba asombrado y deseoso de saber más información.

-Por mi parte creo que no es más que una leyenda. Por si no lo sabes en ese bosque había un dragon, que fue asesinado. Supongo que los lugareños al perder las historias sobre el dragón, decidieron inventarse las suyas propias. Si quieres informacion encontrarás buenos libros sobre dragones en la quinta planta y quizas alguno hable sobre ese dragon y te ayude en algo. Me temo que aparte de eso no hay nada en toda la biblioteca que hable sobre una "sombra de dragon".

Una exagerada cara de decepción pusilánime dominó a Gamma. Se alejó del anciano sin siquiera hacerle un gesto, hacia la quinta planta, y buscó un libro que hablase de Ayamkot. Se dispuso a leerlo, decidido a marcharse a la posada en cuanto acabase.

Era un libro demasiado científico, por lo que hablaba poco sobre las leyendas y contaba nada más que hechos contrastados de su apariencia e historia. Tras leer el libro a Gamma solo le quedaron pocas cosas claras. Al parecer Ayamkot era un dragón gigantesco, ya que su altura era de 15 metros (cuando se encontraba a 4 patas) y tenía una longitud de 50 metros más la cola de 13 metros. Era un dragón cuadrúpedo, es decir, las alas eran apendices aparte de las patas delanteras. Esto lo hacía mas peligroso de lo normal, ya que este tipo de dragones, al contrario de los que sus alas coinciden con los apéndices delanteros, no tienen que preocuparse por dañarse las alas al andar o en andar a dos patas, lo que les confiere una ventaja táctica importante. Gamma conocía de pasada que había cuatro tipos de dragones: los cuadrúpedos, los chirópteros (con alas parecidas a murciélagos), los pleodianos (Acuáticos) y los Ophianos (sin apéndices).

Además era considerado uno de los 4 dragones conocidos como ancestrales, arcanos o antiguos. Esto era porque se suponían los primeros dragones, creados a la vez, cada uno bajo la bendición de uno de los elementos conocidos. Ayamkot pertenecía al elemento fuego. Estos Dragones son los antecesores de todos los demás, por lo que los de fuego eran descendientes suyos. Además el libro recogía una teoría científica que proponía que otros animales eran descendientes suyos de una u otra manera. El autor suponía que animales como las salamandras, los troles de Lava, los Akúpteros y todo ser que tuviera el fuego como su elemento principal. Sobre su muerte no se sabía mucho, aunque se creía que un campesino lo había matado supuestamente, de alguna manera incomprensible, ya que Ayamkot era demasiado fuerte para cualquier criatura viviente, mucho más para alguien no entrenado. Lo demás era información aburrida sin ningún interés para el espadachín.

Con el consecuente bajón de azucar y tensión provocados por tal lectura de páginas y páginas, decidió levantarse mientras resumía así lo que había entendido del estúpido estilo sintáctico de los libros científicos. Ya pensaba que habían acabado sus penas por hoy cuando vió a un personaje que no le apetecía encontrarse en ese momento. El pollo que había olido cocinar cuando salía del bar le estaba llamando, y le quedó claro que ese pollo en concreto no le iba a tocar, por culpa de haberse tenido que cruzar con tal pesado.

-Veo que te alegras de verme- repondió Helast con una sonrisa. Por alguna razón Helast estaba especialmente feliz y bromista ese día. Aunque no le gustara reconocerlo, Gamma le parecía un buen compañero de viaje y no quería que por alguna razón se separaran. Si bien es verdad que su orgullo estaba por encima de cualquier carga afectiva.

-¿A que has venido? -preguntó el espadachín claramente molesto por la presencia de Helast.

- Bueno, he conseguido traducir lo que pone en el pergamino, no esta en muy buenas condiciones pero lo que pude sacar fue esto: librar al mundo de la oscuridad"..."Entre el maná se encuentra ello"... "Los cuatro antiguos son suficientes"... "Los Lerus abrirán la puerta"..."Temed a El Desconocido"..."La victoria os hará libres". Lo demas carece de sentido. Parece una profecía mas que algo serio. Sin embargo me gustaría saber que es un Leru, por eso vine aqui, para que lo averigües...

Las hostilidades se apagaron parcialmente por parte de Gamma, viendo que realmente había sido de alguna utilidad el brujo con pintas de hermitaño. Así que, más calmado, volvió junto al viejo de antes, para ver si en este caso podía ayudarle en lo más mínimo, al menos.

-Oiga, ¿no se dará la casualidad de que también haya escuchado hablar de los Lerus, verdad?

El anciano, algo molesto por las preguntas inoportunas del espadachín, justo en estos días, con lo ocupada que estaba la biblioteca por su ampliación, se quitó las gafas mientras cerraba los ojos con gesto de esfuerzo, intentando acordarse probablemente de qué le sonaba esa palabra.

-Ah... ya sé... -susurró tras una breve pausa, subiendo el volumen hasta el tono normal de un anciano de ese tipo, o en otras palabras, subiendo muy poco el volumen.- Verás, los Lerus son unas criaturas mitológicas para los pueblos del Norte. Tienen un carácter alegre pero sólo viven en lo más profundo de los bosques, rodeados de monstruos feroces en plena armonía con ellos. Se decía que cada Rey Vikingo debía ganarse la confianza y compañía de uno para siempre, para poder recibir el título. No se sabe muy bien cuándo, el siguiente Rey Vikingo aún no coronado rechazó la idea de buscar un leru a la muerte de su padre, organizando una tremenda guerra civil entre los diversos pueblos vikingos, que acabó en la escisión del Reino del Norte en varias partes ocupadas por los distintos clanes. Y así sigue hasta la actualidad, de hecho creo que las guerras que mantienen siguen siendo consecuencia de la escisión.

-Viejo,¿Hay algún libro sobre los Lerus?- Cortó Helast.

-Pues lo único que hace referencia a ellos es un relato de Holl "el Loco", y no se llama asi por nada- contestó el viejo.

Gamma y Helast siguieron las indicaciones del viejo y encontraron un pergamino de escasa longitud en el que se relataba la experiencia que habia tenido Holl con los Lerus.

"Era feroz aquel dragón,
Serpiente gigante,
Su nombre era Krom,
Un espadachín de armadura brillante,
Cortó su cabeza de un corte tajante,
La sangre corría como un rio grande.

Cuando parecía que todo habIa acabado,
Un Leru apareció a su lado,
La carne muerta de aquel dragón,
Se había convertido en una criatura
que desprendía ternura.

Era como un dragón de pequeñas dimensiones,
De formas redondeadas y ojitos saltones,
Era Krom en forma reducida,
Aunque su caracter distinto parecía,
El caballero asustado matarlo intentó,
Pero con su espada no lo consiguió,
El matadragones se dio por vencido
y se fue con el leru por el camino,

Yo me acerque al Leru para poderlo tocar,
pero el Leru lo quiso evitar,
de alguna manera consiguió
que una lagartija creciera sin control,
esta lagartija se convirtio en una serpiente de tierra
ante mis ojos,
justo cuando pense que iba a morir,
el caballero se apiado de mi,
ordeno que parara a su mascota reptil,
y en lagartija se volvio a convertir."

-¿Que clase de relato asqueroso es este?- dijo enfadado Helast- Ese viejo nos ha hecho perder el tiempo, yo me voy a la posada, ¿te vienes?, ¿o te vas a quedar por aqui?