Nunca más volverás a ver
El mar de la calma.
Nunca más volverás a oir,
un carnicero loco.
Yo soy el fin de tus rumbos,
la raiz de necesidad.
Yo soy un fruto oscuro,
del filo que llevas dentro.
Hay un jardin lleno de tias rubias,
con fragancias de serpientes.
La invisible calma de las hadas,
atacará el don de tu gente.
Punto.
Y final.