El robot solitario

No puedo recordar quién fue la persona que osó fabricarme. Cuando me miro en el espejo, veo un montón de vieja chatarra y sé que no hay lugar para mí en este mundo.
He vagado para encontrar respuestas, pero solo consigo hallar que soy un simple robot. Aunque…Hay algo inquietante: Quien me hizo, puso un corazón latente en mi interior. En estos tiempos que corren, algunos robots son usados por la sociedad, sin embargo otros no. Los humanos están asimilando todavía los avances científicos. Desde que tengo memoria, siempre he ido al colegio y estaba solo. Los muchachos se reían de mí y nunca me di cuenta de que era diferente. No soy más que chatarra en un mundo cruel donde la diferencia causa las burlas. Los humanos mayores, como profesores y demás adultos, trataban de integrarme, pero en el fondo se asustaban de mí y de pronto les sorprendía mirándome con cara de aversión y sonreían de forma hipócrita, como si le estuviesen dirigiendo la sonrisa al más desagradable bicho.
Un día de esos en los que el cielo se torna gris, decidí pasear por el bosque. Tras varias horas de una larga caminata estuve a punto de volver a mi hogar, pero de pronto vi algo que me llamó la atención: era un pozo que se dejaba ver entre las ramas de los arbustos. Cuando me acerqué hasta allí y asomé mi metálica cabeza, pude distinguir una chica sentada allí dentro, en la profundidad del agujero. Tenía la cabeza hundida entre sus dos rodillas y lloraba. La hice saber que buscaría ayuda y me puse en marcha. Recorrí el boscaje buscando algo para evitar su confinamiento, crucé riachuelos y escale a duras penas, hasta que al fin encontré una cuerda. Era de noche cuando saqué a la bella chica de aquel agujero. Era extraña, no se asustó de mí, todo lo contrario, ¡me abrazó!, nunca antes me habían demostrado ese cariño, y mucho menos una chica tan guapa, pero tenía que sacármela de la cabeza, ella era humana, y a sus ojos yo era una metálica bestia. Le dije que no debía darme las gracias ya que sacarla de ahí-supuse- era lo que todo el mundo habría hecho. Contestó que sólo las buenas almas y los bondadosos corazones se habrían esforzado por sacarla de allí, dándome a entender que yo era una de esas “personas” que albergan un buen interior. Pensé que se marcharía, como todos hacen siempre, pero no, me pidió que la acompañase. Emocionado e intrigado me pregunté dónde me llevaría. Ahora, años después sigo sin saber qué era ese lugar, pero lo importante no era el sitio, si no lo que allí sucedió. Confesó que era un ángel… ¿Un ángel? –os preguntaréis- sí, yo tampoco lo creía, pero al fin y al cavo yo soy un robot. Le conté mi historia, y que hubiera hecho cualquier cosa para dejar de sentir emociones - ¿cómo puede un robot llorar? -me lo he preguntado mil veces a mí mismo, y todavía no lo entiendo. ¿Quién soy? No lo sé, quizás algún día me lo descubra el tiempo…Ahora sólo soy fiel a mi destino y sigo ligado al dolor…
Pasó mucho tiempo, y aquella hermosa dama angelical, terminó abandonándome. Los ángeles también pueden llegar a tener prejuicios… Sigo sin entender nada sobre mi amarga existencia, sigo maldiciendo a quien me hizo y preguntándome con qué fin… sigo cuestionándome: ¿Hay un lugar para mí?

Deberías organizar mejor los diálogos en el próximo, y es "al cabo". Está bastante bien, bienvenida a estas tierras hostiles. Preséntate en el foro correspondiente

Me ha gustado bastante. Sigue así.