Simposio post juventud

Pues nada, a ver si esto renace un poco...

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Simposio post juventud.

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La cena resultó todo un éxito. Habíamos logrado reunirnos algo más de la mitad de la clase aquella noche y aunque la mayoría nos encontrábamos bastante cambiados, todavía se lograba percibir en los rostros de los presentes aquellas borrosas caras de niño que permanecían en nuestra memoria desde la última vez que nos vimos, bastantes años atrás.
Nada más llegar me senté junto a Carlos Padilla, el único con el que continuaba en contacto desde que acabamos los estudios, ya que en aquel entonces vivíamos en la misma calle y solíamos salir juntos algunos fines de semana durante algunos años, hasta que se marchó a vivir a Alicante por su trabajo.
En seguida me puso al día sobre sus últimas conquistas amorosas e intentó sorprenderme con sus historias, tan rocambolescas como de costumbre. Sin embargo noté cierto sabor amargo de nostalgia en sus palabras, Padilla siempre había resultado atractivo a las mujeres, a quienes engatusaba con poesía barata (Como él siempre decía, ‘‘La poesía romántica sólo es un pretexto elegante para deshacer camas’’) y la verdad es que tenía buena labia a la hora de hablar con el género femenino, lo que le había llevado a ganarse entre todos gran fama de donjuán arrancacorazones.
Pero esa noche me hizo consciente de algo, sus historias ya no hacían manar aquella viveza de la juventud que habíamos compartido juntos, el paso de los años había dejado huella no sólo en nuestros cuerpos, sino también en nuestra manera de comportarnos, en el modo de disfrutar de nuestras salidas nocturnas, en la forma sentir los placeres más lascivos… Sin duda el tiempo había tallado una colosal muesca en nuestras almas y en el lugar donde solía habitar la perfecta fiera de la belleza juvenil había colocado (sin previo aviso) una terrible maquinaria cansada que por algún motivo nos impide sentir las cosas tal cual las sentíamos antes.

Me habló de una mujer polaca que había conocido en un garito unas semanas atrás, lo que me trajo a la memoria la excursión de fin de estudios en la que conocimos a dos checas que estudiaban de Erasmus en la Universidad de Bilbao, una de ellas era rubia, de ojos, piel y labios claros y cintura bondadosa (rasgos muy propios de las mujeres del este y, que a mi parecer, oscilan entre los más bellos de la pirámide de la sensualidad femenina), y de la otra, la verdad es que no recuerdo nada de su aspecto físico, puede que fuera morena, y por eso mi memoria (basándose en mis gustos sexuales) no le prestó tanta atención. Lo que sí recuerdo es que ambas estudiaban filología hispánica, por lo que se sentían ampliamente atraídas por todo lo relacionado con nuestra cultura y costumbres.

Lo más lógico sería que recordara esta anécdota por un supuesto éxito amoroso con alguna de estas dos checas (que me perdonen ellas, pues de sus nombres no me queda ni rastro), pero lo cierto es que no fue así, sino todo lo contrario, aquellas dos muchachas prácticamente nos arruinaron a Padilla y a mí nuestra excursión de fin de estudios, pues fuimos allí con la intención de conseguir el mayor número de encuentros sexuales posible (Una meta que, por nuestra actual sobredosis de moralidad -Tal vez propiciada por nuestra edad- y su falta de recato, llega a parecerme más de animales que de personas y seguramente nos resultaría impensable plantearnos ahora) y sin embargo anduvimos locos por esas dos muchachas durante todo el periodo de tiempo que duró nuestro viaje al País Vasco, sin conseguir más que una decepción tras otra.

Entonces nos parecía un juego divertido el babear detrás de ellas, con la esperanza de que cayeran ante nosotros y se abrieran a nuestras fantasías, pero después de una vida tan ajetreada como la mía, me doy cuenta de que lo único que hicieron fue jugar con dos chavales con las hormonas alteradas y posiblemente, algo tontos… Lo pienso, y me avergüenzo, pero según va dando la idea vueltas por mi cabeza, lo envidio. Puede que incluso supiéramos lo que hacían con nosotros (es difícil recordar los pensamientos puntuales), pero aún así no nos importase, que nos pareciese jocoso y entretenido… Esas cosas envidio de mi yo pasado, preocuparme sólo por eso, y que el resto se resuelva a su aire, que todo pase lenta y a su vez rápidamente.

Y entre todas estas divagaciones inútiles y absurdas (ya que intentar recuperar el pasado no tiene mejores adjetivos) apareció por la puerta Susana Cáñigas, la culpable de mi primer enamoramiento, y la culpable a su vez de mi socialmente incoherente tendencia a amar mujeres con ese nombre, tendencia que por lo general nunca había conseguido hacerme feliz, aunque en alguna ocasión probablemente me haya hecho a mí mismo pensar que sí.
Mi historia con Susana I (que así comencé a llamarla después de la cuarta homónima que pasó por mi vida) es una historia de esas que recuerdas, pero probablemente preferirías no hacerlo, una de esas espinas que llevas, que vienen a tu recuerdo más a menudo de lo que normalmente desearías, pues así de sádica es la mente humana con su propietario cuando a ella le place. Y habiendo expuesto de este modo la forma en la que me horroriza el mero hecho de recordar mi relación con ella, espero, querido lector, que entienda que no se la cuente.

Esto último me hace plantearme una pregunta, y es que, al igual que he huido conscientemente del recuerdo en este párrafo anterior, ¿Cuántas veces no jugará con nosotros nuestra propia mente haciéndonos sufrir una cobarde amnesia inconsciente que se niegue a facilitarnos la información que buscamos en nosotros mismos? Y no me refiero con esto al típico recuerdo que se suele decir ''se queda en la punta de la lengua'' o, sino a olvidarse de un olvido, es decir, ni siquiera recordar que queremos recordarlo.

[…]

Viva tú. Me encantas. Sólo espero que no desaparezcas como siempre.

Menudo comeorejas...

Yo lo que quiero es una crítica negativa, así no aprendo.

No se te puede hacer una crítica negativa, eres y serás un caos siempre haciendo los párrafos. El estilo está bien, el tema muy gastado, y el final un poco insípido... prefieres así?

Por qué es el final insípido?

No hace ningún efecto de cierre, no suena a tónica, y tampoco está bien presentado ese último tópico. Insípido, vaya.

No se me da bien terminar cosas xd

Para mi gusto le falta que pase algo. Pero me gusta como esta escrito.

Trata de la memoria, son sólo recuerdos dentro de otros recuerdos...

Aún así, podrías haberle dado más mensaje.

Te digo que me digas también lo malo y me apaleas, cabrón. xD

Es que me he acordado de cómo hay que decirte las cosas para que te hagan efecto. Multiplicadas por 5 únicamente para que te molestes en pensarlas xD

yo opino que tienes un estilo muy maduro, lo que no es para nada una crítica negativa

De poco le sirve si no siente lo que escribe

:O

(Sorprendentemente) Muy bueno, Jacin. No te lo tomes a mal, pero no había leído gran cosa tuya de forma narrada y no me esperaba algo así.
Deberías de escribir alguno más de vez en cuando...

¡Besitos!

Es el texto que escribí para psicología, y el muy cabrón de Cesar me dijo que lo había plagiado xD

Imaginaba que era ese, por la temática.
Y no entiendo que fue lo que vio de plagio :/ ¿Te basaste en algo parecido? No sé.
Quizás no se fiaría que fuera tuyo y fuera, a la misma vez, bueno xDD

Eso último es lo que yo pienso xDD

Que va, llegué a mi casa, me aburría, me acordé del trabajo y lo hice, no me basé en nada, lo que pasa es que como ha dicho Imanol, es un tópico muy típico (redundancia power) y está muy visto lo de hablar de lo efímero del tiempo y tal... Yo que sé.

Bueno, si era un trabajo para psicología se pasa! Yo pensaba que ver el foro así de muerto te había emocionado hasta la inspiración...

Creo que de nada sirve que tengas una manera de redactar muy madura, estructurada y demás. Si no imprimes sensaciones en lo que escribes. No suena para nada a literatura creativa pero...me ha sonado a discurso de clase de ética.
Le falta..."el puntito"

Bueno, hay que controlar lo de imprimir sensaciones. Nada peor que un escritor emocionado con su propia escritura. Lo digo por experiencia personal.

No es que el escritor se emocione con su propia escritura. Es emocionar y transmitir al lector.

Completamente de acuerdo, sólo sacaba punta =)

Jajajajaja lo sé, sólo quería hacer una aclaración =)