Proyecto Plumilla
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Revista literaria creada para unir la comunidad de escritores y lectores de la calle, que buscan cosas humildes pero especiales
 
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 RME 1.2.3: Consecuencias del pasado

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Imanol
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MensajeTema: RME 1.2.3: Consecuencias del pasado   RME 1.2.3: Consecuencias del pasado Icon_minitimeMiér Feb 20, 2013 5:17 pm

Esto viene de lejos, como se puede notar por la forma de escribir... Pero no reniego.

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12-7-2054, Burgos

-¿Habéis esperado mucho? He estado entrenando un poco antes de aceptar vuestra llamada.
Shamín sonrió. Llevaba tiempo con una cara de permanente aburrimiento, esperando a que su amigo viniera.
-Veo que finalmente has encontrado lo que buscabas -dijo el sujeto de pelo largo, sonriendo- pero parece que sí que se nota su herencia... ¡los magos del lugar han salido por patas o se han metido bajo las piedras! -rió burlón-.

Shamín miró a Koldo. Era cierto, sus capacidades físicas se habían desarrollado aunque de una manera decepcionantemente normal. Pero se notaba en él un aura increíble. Normal que se hubieran asustado los magos de la zona, hasta él se asustaría si no supiese que el chico ni siquiera conocía su poder y mucho menos podía usarlo.

Koldo por su parte se mostraba inquieto. Había notado algo raro en algunas conversaciones con Shamín en las que salió su abuelo, y las palabras de ese chico habían hecho que encajara las piezas. En un alarde de astucia, dijo con voz presuntuosa:
-Así que me trajiste contigo porque notaste que era nieto de Egret, ¿no?
-Sí, lo noté en aquel gesto tuyo de la navaja...
-Por cierto, ¿has educado ya al chico en algún arte que venga bien con sus dones? -interrumpió enseguida, sonriendo-.
-Lo cierto es que espero a que llegue Veles y decida qué encaja mejor con ese extraño poder, ¿o tienes alguna idea?
-En realidad no tengo ni idea, para mí ser autodidacta es todo un orgullo -entonó a manera de discurso, mientras se ponía un puño en el corazón, haciendo el paripé-.
-Como iba diciendo, sólo podemos esperar a que alguien que conozca las numerosas ramas de la magia, como nuestro querido catedrático de magia azul, se presente por aquí. Hasta entonces, no podemos hacer más que entrenar.

Se hizo el silencio. Koldo, con una mirada curiosa, preguntó:
-¿Qué es la magia azul?
Shamín se mostró sorprendido.
-Uhm...
-¿Y... qué era mi abuelo?
Por primera vez Koldo vió a Darlek serio. Entonces lo reconoció. "Por segunda, entonces", pensó.
-Tu abuelo... Si te digo la verdad, nadie lo sabe -respondió Shamín, con una sonrisa cómplice-; todo el que le ha visto hacer magia ha muerto. Y pocos lo han visto sin hacer magia. Digamos que era un mercenario "discreto". Se dice que por la madrugada aparecía un cartel en el tablón de anuncios principal de la capital, explicando la misión, escrito Egret en grande como cabecera. Por la noche aparecía el mismo cartel lleno de humo. Por la mañana, aparecía colgando una bolsa con la recompensa. Por la noche, ya había desaparecido. Sólo conozco una persona que se acercó a ese tablón en alguna de esas veces, y cogió el papel como señal de que aceptaba la misión. Los padres de ese chico nunca lo volvieron a ver, pero esa misma noche apareció el mismo folio, lleno de humo, como siempre.
-Por mi parte -dijo Darlek-, he de decir que muchos ladrones amigos míos probaron a coger la recompensa con completo disimulo. Ninguno de ellos ha vuelto a ser visto tampoco.
-Ya ves, aquí el niño se junta con lo mejorcito de cada casa...

-Entonces, ¿nadie sabe qué tipo de magia hacía?
-Pues... en realidad, corre el rumor de que hace unos años se enfrentó a un Baal. En el golpe decisivo, ambos hicieron lo que estaba en su mano y después se detuvieron. Tu abuelo sacó una pipa y comenzó a fumar tranquilamente, con cara de resignación, y al momento se desintegró en polvo. Al rato, el Baal comenzó a sangrar, pero la herida no era mortal y se fue despacio goteando sangre, mientras el único testigo le miraba atemorizado, creyendo que se acercaría hacia él para desquitarse, pero se fue sin prestarle la más mínima atención.
-Así que no fue un infarto en su casa del bosque...
-Supongo que no. Alguien como Egret no podía tener infartos. De hecho, muchos dicen que en realidad se desvaneció voluntariamente y dejó herido al Baal por alguna razón. Aunque no se sabe. Sí que hay una manera de desvanecerse dejando un rastro de polvo, aunque sólo forma parte de leyendas y nadie sabe hacerlo desde hace milenios. Pero por otra parte, normalmente las presas de los Baal desaparecen hechos polvo, tras una combinación de ataques tanto psíquicos como mentalistas, hipnosis y mil cosas más. Por eso se conoce a Baal como el espadachín inmaculado, porque pese a que usa espada, nunca la clava sino que en realidad ataca por sorpresa con ataques inesperados de ese tipo... En fin, nunca se sabe, sólo son medias verdades.
-Pero... ¿has dicho "un"?¿Acaso hay más?
-Jajaja... bueno, ese es otro asunto. Ni siquiera se está de acuerdo sobre si es uno o varios. Unos dicen que son tres, idénticos físicamente, pero personas distintas con carácteres y ropa distinta. Otros dicen que es una única persona que cambia de ropa conforme a su carácter, o viceversa. Lo dicho, sólo son lo que son, habladurías que se oyen aquí y allá.

Koldo se quedó pensando en esto, mirando por la ventana, hasta que vió un hombre con una capa malva que se dirigía al portal del edificio. Miró a los otros dos y estuvo seguro de que, con uno vestido de amarillo crema y otro de azul eléctrico, el malva chillón debía ser otro miembro del grupo. Fijo.

23-6-2083
-¿Qué hacemos?
-Ayudadme a levantarlo...
-¡Está delirando! Habrá que llevarle a una cama...
-No contéis conmigo, es un peligro público y encima está delirando...
-Quizá sería más seguro dejarlo ahí...
El susurro de la puerta principal los hizo callar automáticamente. Adalia fue la primera en ver al sujeto de antes, con un gesto más preocupado, aunque sin duda frío. Nada más verlo miró hacia ella, induciéndole un profundo temblor de piernas mientras intentaba interponerse entre él y Marcos, tumbado al pie de la escalera sin soltar la botella, completamente vacía.
Tamia, la única que no había escuchado la puerta abrirse lentamente, seguía pensando en cómo había aparecido la botella. Marcos había estado hablando solo, cada vez más bajo, mientras andaba hacia la casa cada vez más despacio, mirando en derredor, hasta que al abrir la puerta de la casa había comenzado a dar traspiés hacia la escalera, cayendo finalmente en los primeros escalones de lado. Pero ni siquiera habían oído la botella caer, que por otra parte debería haberse roto. Simplemente había aparecido en su mano mientras su cara, que llevaban sin verla desde que despidieran al extraño, daba por fin solución al misterio de su comportamiento: Estaba blanco como la leche, únicamente sus párpados estaban enrojecidos al igual que sus ojos.
-¡Tranquila, chica, no nos llevamos tan mal como parece!
Al darse la vuelta descubrió al pirómano apartando con un dedo a la chica más dotada. Se descubrió a sí misma disfrutando de su caída, que pareció amortiguada por el propio aire. No era por su físico ni por lo arreglada que iba, había algo en su manera de hablar que había hecho que le cayera mal desde que la había visto. Aún así no estaba justificada su satisfacción, y su lengua fue la primera en decidirse a atacar con dureza:
-Alguien como tú seguro que no aprovecha momentos de debilidad del enemigo...
-Ni somos enemigos, ni tampoco sé por qué piensas eso, pero si fuera mi enemigo no estaríais vivos todavía. Ni siquiera habría tenido que venir.
-¿Sabes qué le ha pasado?
-Se parece a un hechizo que ya usé con él hace tiempo... No sé quién ha sido, pero curarlo es más fácil que detectarlo -dijo mientras se ponía en cuclillas junto a Marcos, observando fijamente su frente-. Por suerte para él, me he puesto a recordar cómo nos conocimos... ¿Os ha hablado de que perdió la memoria...?
Algunos de los chicos asintieron pero no sabían qué responder. Finalmente Izaskun, dando un pequeño paso hacia delante, comenzó a hablar en voz baja:
-En el tren nos dijo que con... sexo... se podía recuperar la memoria, después de un salto...
-Parece que inventó una manera de controlar los recuerdos que experimentó con él mismo, y tiempo después invirtieron el proceso con sexo -continuó Tamia-.
-Pues yo soy el inventor del proceso inverso, Koldo -dijo sonriendo plácidamente mientras volvía a mirar a Marcos-. En realidad, yo salté antes que él, mediante mis propios medios, de manera algo más... mediocre. Él se inspiró en lo que yo había hecho para que lo pudieran hacer otros, de manera más segura y con menos efectos secundarios. Después él lo probó, y yo por casualidad, con mi memoria completamente confundida, me crucé con un viejo amigo, que no me reconoció pero noto algo muy raro en torno a mí.
Se levantó mientras Marcos tosía, escupiendo flemas algo más oscuras de lo normal, mirando alrededor y deteniéndose en Tamia, observándola de abajo a arriba.
-Y así descubrí por casualidad cómo invertirlo junto a una amiga de Marcos, aunque no consiste únicamente en sexo... pero el caso es que finalmente, él volvió a pasar por donde yo, de nuevo con un par de años de retraso.
Tras acabar de hablar, miró al suelo con el mismo aire preocupado con el que había entrado. Tenía suerte de que Marcos tuviera ese instinto tan agudo, no le preocupaba provocar ahora una pelea entre ellos pero había cosas importantes que tachar de la lista. Había bebido lo suficiente para que su voluntad estuviera muy por debajo de sus sentidos, no tan dormidos como les parecían a los chicos. Si no, no habría tenido tiempo de asegurarle que esta vez no había sido él quien le pusiese "la cinta negra" antes de que empezara a atacarle.
Pero quien le enseñara la cinta negra mucho tiempo atrás, mediante juegos infantiles en su casa de campo, era muy peligroso para no haberlo tenido en cuenta en sus cálculos.

15-7-2054

Shamín y Darlek esperaban el regreso de Veles y Koldo en la habitación del motel. En la televisión mostraban el último bombardeo cercano, en Toledo. El olor a muerte y destrucción hacía pensar a Shamín sobre lo sucedido en el vagón. Se había cruzado con aquel personaje tras enterarse de que estaba comunicándose con Iván. Le había llegado información de que éste le había pedido encontrar algo en aquel tren. No sabía bien si era Koldo lo que buscaba Iván, pero no dejaba de ser sospechosa la casualidad.
El mundo estaba conmocionado, y tras las primeras escaramuzas y barbaridades con personajes puntuales, era lógico que empezara a pasar lo que veía: Los bandos habían encolerizado, recurriendo a hacer daño donde más duele para desmoralizar al enemigo. Los inocentes habían empezado a morir a millones por todo el mundo cada semana.
Hacía falta desequilibrar la balanza. Hacia el bando que fuera. Lo único importante era detener la ola de destrucción. Quizá ésa era la carta en la manga de Iván, Koldo.
Lo que éste decía de su abuelo le preocupaba. A Egret no le faltaba honor, pero su pragmatismo muchas veces dejaba su humanidad como algo secundario. ¿Por qué le había dicho su verdadero nombre a Koldo?¿Por qué lo había tratado como un nieto tan querido como contaba?
Era verdaderamente preocupante ver ese trato en un ser con la fama de Egret. Cuanto más lo pensaba, más miedo le daba Koldo.
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