"Esto, hija, es arte."

Bueno chicos y chicas, aquí os dejo esto. Lo he escrito esta tarde Espero que os guste.



Cuando me desperté, la ventana estaba abierta y dejaba pasar al viento, que bailaba con las cortinas. El periódico, muerto de envidia, hacía música ambiental con el rumor de sus hojas, que se movían al compás de la danza. El mar rugía y hacía morir a sus olas contra los rocosos acantilados que, inmutables, se erguían altivos y con aires de victoria sobre él.
“Mmm… Tormenta de verano”, pensé.
La habitación rebosaba vida incluso de madrugada, mientras era iluminada por una pequeña lamparita colocada de manera improvisada sobre una pila de libros. Olía a sal… Cuánto me gustaba entonces aquel olor a sal, aquella sensación de humedad que me invadía los pulmones y me hacía sentirme viva poro a poro, la arena pegada en la piel…
Me levanté de la cama, que, al igual que todo lo que había en esa habitación, era improvisado: un colchón en el suelo, un par de cojines y unas sábanas verde oscuro. El resto de la habitación tenía poco de interesante pero a la vez un encanto tal que si por mí fuera, me encerraría allí de por vida: libros, libros y libros desparramados por todas partes, ajenos al orden, alfombras de diversos colores y texturas por el suelo, un escritorio en el que el periódico seguía haciendo música y una estantería de madera oscura llena de fotografías, dibujos, bocetos, papeles, cuadernos… arte. Arte de casa, que sólo aprecian y conocen unos pocos. Arte que no te deja sin respiración, que no es algo espléndido ni digno de ser expuesto en un museo. No. Arte especial, arte diferente, arte del que muy pocos son conscientes de lo maravilloso que es. Arte con un sentimiento distinto al del un profesional. Arte emotivo. Que sobrecoge cuando lo aprecias de verdad.
Me arrepentí de haberme negado a dormir con una vieja camiseta de mi padre cuando me levanté y me vi reflejada en el enorme y viejo espejo que descansaba en la pared. Los camisones de las abuelas nunca sientan bien, y menos si son de raso.
Las alfombras estaban frías cuando entraron en contacto con mis pies descalzos. Cautelosamente, sin hacer ruido, fui andando hasta la puerta que daba a la pequeña terraza que, de cara frente al mar, ofrecía unas vistas impresionantes al espectáculo de relámpagos que iba a darse en breves instantes. Me apoyé en la barandilla, dejando que el viento enredara mi pelo. El primer trueno provocó en mí un sobresalto mientras la lluvia me mojaba la cara y yo sonreía.
Papá salió conmigo a ver llover. Sonreía, respiraba hondo, disfrutaba de aquel ambiente incluso más que yo. Me agarró de la cintura y me dio un beso en la frente.
- ¿Ves lo que te decía anoche? Esto: la lluvia, los truenos, el mar, sus sonidos… Este momento, único… Esto, hija, es arte.

Creo que nunca he deseado con más fuerza que se parara el tiempo y vivir eternamente aquel instante.

Has entrado en mi habitación, sustituyes el panel de fotos por un detalle de la capilla sistina de dos metros de largo y es clavadita. Me gustó mucho el relato. Los tuyos tienen algo diferente al resto...

Opino lo mismo, les das un toque muy especial entre líneas.

Muchas gracias, chicos... Pero aún sigo pensando que tengo que mejorar bastante jaja
Me alegro de que os guste Un beso.

Totalmente de acuerdo con estos señores. Uno se mete tanto en el relato que desea que no salga nunca el sol

...

Que siii qe molan más esos días de lluvia hazme caso Masyebra xDD!!

como hoy no.....?? xDD no me llama...

Me has dejado impresionada.
Totalmente de acuerdo con el padre; la lluvia también me parece una de las artes menos reconocidas del mundo.
Será por eso que me gusta observarla mientras tomo algo caliente.

Mucho ánimo y a seguir por ese camino!