Capítulo 4 - Las Noches

Los sueños nos asaltan cuando menos lo esperamos, salen corriendo, y no podemos hacer otra cosa que correr tras ellos, perseguirlos, aunque muchas veces ni sepamos qué es lo que llevan con ellos, qué nos han robado, pero tratamos de alcanzarlos, y a veces... lo conseguimos.

Normalmente los sueños que nos asaltan de día son los que tendemos a perseguir, pero a esos otros sueños que aparecen en mitad de la noche pocas veces los acechamos, suelen ser inverosímiles, extraños e impensables.

El problema viene cuando esos sueños de noche deciden perseguirte a ti, te alcanzan y aparecen en tu realidad como fantasmas de otro mundo, aunque con una apariencia algo distinta, supongo que será al adaptarse a las leyes físicas y naturales.

No quiero ni imaginar cómo aparecerá el sueño de la noche pasada. Fue bastante agitada, y aún tengo en el vientre las marcas de mis propias uñas, pero ya no duelen. Espero que al menos tarde en aparecer, porque lo hará, tarde o temprano.
El único consuelo es que no volveré a soñar nada hasta que lo que había en mi cabeza se materialice de alguna forma. He llegado a apreciar esas noches en blanco más que otra cosa en el mundo, aunque la intranquilidad vuelve cuando me doy cuenta de que es algo temporal.

Que yo sepa, una persona no puede desollarse a si misma, eso me deja más tranquilo, supongo. Todo el mundo sueña; más, o menos. A la gente suele molestarle no acordarse de lo que ha soñado; yo odio acordarme de cada detalle.

"Desde que tengo memoria, mis sueños han tenido un papel bastante importante en mi vida, más que nada porque todos acababan dejando de ser sueños. Al principio pensé que era normal, que a todo el mundo le pasaba, hasta que vino el día del accidente, un accidente que, por supuesto, yo había soñado, pero no podía saber cuádo ocurriría. Iluso, pensaba que ellos sí. Pensé durante tres días en preguntárselo, pero no estaba del todo seguro de que ellos hubieran soñado lo mismo, y nunca les había hablado de mis sueños. Es difícil predecir cuándo el automóvil en el que vas montado todos los días, seguro, en tu silla del asiento de atrás, va a ser arrollado por un camión de color azul. El tercer día, sencillamente, fue demasiado tarde para expresar en voz alta las preocupaciones de un niño de cuatro años que había soñado que se quedaba huérfano."

Por fin llegué a la academia, las luces ya estaban encendidas; cada vez atardece antes. Pero cuando llegué a la puerta, estaba cerrada y había una nota. Estaba dirigida a mi.

[...]